Chávez vs los videojuegos

0
325

A finales de octubre, la Asamblea Venezolana aprobó la nueva “Ley para la prohibición de videojuegos bélicos y juguetes bélicos”, la cual entrará en vigor pasados tres meses de su publicación.

La acción que toma la Asamblea tiene severas licencias argumentativas, en un discurso que supuestamente pretende estar a “la defensa y garantía de los derechos del niño, niña y adolescente”; enumera posturas sin sustento y anacrónicas.

-Supone que son los niños los principales o casi únicos consumidores de videojuegos, sin embargo, prohíbe su uso sin distinción de edad.

-Que el videojuego con contenido “violento” provoca en el jugador actitudes violentas. (Post hoc, ergo propter hoc).

-Que el videojuego es un instrumento exclusivamente formativo-educativo, y no una obra colectiva de arte digital interactivo.

Aún cuando entiendo (con grandes reservas) la idea detrás de prohibir las pistolas de juguete y otras simulaciones de armas, la cuestión del videojuego resulta sumamente criticable. Iniciando por la propia definición:

A los efectos de la presente ley se entenderá por: Videojuegos bélicos: aquellos videojuegos o programas usables en computadoras personales, sistemas arcade, videoconsolas, dispositivos portátiles o teléfonos móviles y cualquier otro dispositivo electrónico o telemático que contengan informaciones o simbolicen imágenes que promuevan o incitan a la violencia o al uso de armas. (Artículo 3)

Por si alguien creía que el hacer leyes ambiguas era un fenómeno enteramente mexicano, he aquí un gran ejemplo de que no es así. ¿Qué significa “simbolizar” y “promover” en esta ley? Si uno se pone en la misma dinámica esquizofrénica, podríamos llegar a las siguientes conclusiones:

-Pokémon simboliza peleas de perros callejeras.

-Mario Kart, promueve la competencia deportiva desleal y violenta.

-Yoshi es un dinosaurio antropófago.

-Space Invaders es una incitación abierta a la guerra contra los inmigrantes (aliens).

-Pong es una abstracción de la Guerra Fría.

Está claro, sin embargo, que existen juegos con expresiones más violentas que otros, como GTA, pero lo que han hecho otras naciones es implementar clasificaciones, muy similares a las que se dan en las películas. Una solución, que por supuesto, no implica la absoluta intervención del Estado, más bien pone en la familia e individuos la responsabilidad de consumo de este material en particular.

Si no entendemos que los videojuegos son parte de la industria cultural, dejaremos de lado una gran posibilidad de desarrollo económico, además de que le estaremos haciendo el juego a la censura. Es como argumentar que una obra de teatro, una novela, una cinta o un poemario deben todos cumplir con los mismos objetivos; y no ser un espacio para la legítima expresión, para contar historias, para jugar con los lenguajes, las figuras retóricas, los formatos. Vean este artículo de dicha ley:

“Todo videojuego y juguete debe promover el respeto a la vida, la creatividad, el sano entretenimiento, el compañerismo, la lealtad, el trabajo en equipo, el respeto a la ley, la comprensión, la tolerancia, el entendimiento entre las personas y el espíritu de paz y la fraternidad”. (Artículo 4, fracción cuarta)

Ya por el hecho de citar el “deber”, implica una prescripción social y filosófica bastante dura. Uno podría perfectamente insertar este movimiento dentro de una política de acortamiento del espacio público en pro de la voz única del Estado venezolano, como ha pasado con la televisión, la radio y la prensa; pero caería en la misma rutina universalista y aglutinadora en la configuración de la otredad que tanto le critico, cosa que no es deseable. Por mi parte, creo que esto prueba el miedo que ciertos gobiernos le tienen a las influencias culturales del exterior, pero que lo resuelven de una forma atroz… y más violenta. Estados Unidos mismo no se ha salvado de estas influencias, es más, es quizás el más mutado por ellas.

Vía | El Universal