La alimentación es un hábito fundamental desde la infancia y tiene una relación directa con la salud y el bienestar de una persona, permitiendo que el cuerpo pueda realizar todas sus funciones metabólicas, mantenerse activo y pueda crecer, sobre todo en el caso de los niños.
“Cuando hablamos de alimentación, no sólo nos referimos a la ingesta de alimentos, sino también a la nutrición, es decir, el balance y las cantidades de los grupos de alimentos que consumimos diariamente”, explica Érika de la Fuente, Directora Ejecutiva de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI) y especialista en medicina pediátrica y de familia por la UNAM.
Hay dos grandes grupos nutrimentales: los macronutrientes, que son carbohidratos, proteínas y grasas y los micronutrientes, que incluyen todas la vitaminas y minerales. El primer grupo proporciona a nuestro cuerpo la energía suficiente para funcionar y los segundos permiten que se regenere y son vehículos para el correcto funcionamiento metabólico.
En México, 3 de cada 10 niños de entre 5 y once años tiene sobrepeso u obesidad según los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 del Inegi. Además, nuestro país ocupa el primer lugar en América en la ingesta de bebidas azucaradas con un promedio de 163.3 litros por persona al año.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI y se debe a una dieta y actividad física insuficientes. Este organismo asegura que los pequeños con esta condición seguirán teniendo exceso de peso en la edad adulta y tienen más probabilidades de presentar a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y padecimientos cardiovasculares.
“Según la teoría médica epigenética, si mis padres tuvieron diabetes y yo no hago nada por evitarlo, terminaré desarrollándola; pero si llevo hábitos saludables, con una alimentación balanceada, con un sueño reparador en horarios correctos y la práctica de ejercicio; lo más probable es que yo pueda hacer que no se manifieste la enfermedad o que se retrase su aparición”, explica la Dra. De la Fuente.
Este concepto, que ha tomado mayor presencia en los últimos diez años, considera que lo que sucede en el ambiente de una persona y sus hábitos, influyen en la manifestación de los genes que tiene desde la concepción. “Aunque es cierto que hay determinadas enfermedades que haga lo que haga sí se manifiestan, hay otras como la diabetes o la hipertensión, que no necesariamente están determinadas al cien por ciento”, añade la especialista.
“El grupo de alimentos que menos consumen los niños cuando llegan a los centros SEDI son las verduras y esto tiene mucho que ver con que los papás en su hábito personal consumen pocas hortalizas. En este sentido debemos recordar que las palabras mueven, pero los ejemplos arrasan. El ejemplo es lo más importante y si nosotros queremos que nuestros hijos tengan hábitos alimenticios saludables, primero lo tenemos que hacer nosotros”, cuenta la doctora.
Recientemente entró en vigor en el estado de Oaxaca la prohibición de vender comida chatarra a menores de edad y parece que esta iniciativa pudiera extenderse a otras partes del país como Guanajuato, Morelos, Chihuahua, Colima, Nuevo León, Tamaulipas y Ciudad de México. Además, en los últimos quince años se han ampliado las normas de etiquetado nutrimental de los productos.
“Muchas de las medidas que se han adoptado no han servido. Sobre este tema, es importante tener en cuenta el concepto de ‘ambientes obesogénicos’, es decir, entornos que promueven malos hábitos. Si un padre o madre decide no llevar a casa productos que tengan alto contenido graso o calórico, entonces nadie de la familia lo va a consumir”, asegura la experta.
Muchos de estos alimentos ricos en carbohidratos y grasas son muy atractivos porque producen estímulos a nivel neurológico. En este sentido, la doctora considera que en ocasiones especiales sí se puede permitir la ingesta, como, por ejemplo, en un cumpleaños; pero debe ser algo excepcional y en el hogar es importante evitar consumirlos. “Todos los hábitos de los padres, se transmiten como modelaje a los hijos. Lo primero que nos debemos preguntar es si somos un buen modelo y si fomentamos en ellos una vida saludable”, cuenta la Dra. De la Fuente, quien añade que la primera fuente de información de lo que es correcto y lo que no lo es en la vida son los papás.
En México se ha desarrollado lo que se conoce como “el plato del buen comer”, una guía de alimentación que forma parte de la Norma Oficial Mexicana para la promoción y educación para la salud en materia alimentaria, la cual establece criterios para la orientación nutritiva.
“De acuerdo con esta norma, en cada una de las tres comidas principales del día, que son desayuno, comida y cena; deben estar presentes los tres grupos principales de alimento: frutas y verduras; leguminosas y alimentos de origen animal; finalmente el grupo de los cereales, incluida la papa, el camote y otros alimentos con almidón. Además, en los niños se acostumbran dos colaciones pequeñas, de preferencia con fruta”, explica la Dra. De la Fuente, quien añade que es recomendable tratar de combinar los colores de los alimentos.
Junto con la alimentación, es importante también el ejercicio, tanto planificado como el juego, considerado esencial para los pequeños. “Con la cuarentena hay un riesgo de aumento en el sedentarismo, especialmente en los niños. Por eso, es recomendable que continúen con sus talleres extracurriculares”, añade Patricia de la Fuente, directora general de SEDI, quien detalla que las actividades para después de la escuela en sus centros siempre promueven la actividades físicas y estéticas que se descuidan mucho en el trabajo académico como son Aikido, ballet, yoga y baile coreográfico y otros talleres adicionales como robótica o habilidades del pensamiento.