Desde pequeña, cuando entraba al vestidor mi mamá conocí marcas emblemáticas como Armani, Chanel, Dior, D&G. Soñaba, que cuando fuera grande yo tendría algo de eso y así fue; especialmente con una: Dior. En el pasado tuve lentes D&G y Armani, pero jamás había tenido la oportunidad de tener algo Dior, hasta hace unos días.
Todo comenzó cuando una amiga (que trabaja para el grupo LVMH), me avisó de una de las ventas semestrales del grupo y claro aproveché para ir. Había probado cosméticos Dior que eran mi mamá, pero como era más pequeña y realmente no me importaba mucho mi aspecto, los dejé pasar, hasta hace un año. Un día curioseando en pinterest, vi un tono de esmalté que me dejó prendada y precisamente era Dior, así que en esta venta aproveché para buscarlo y lo encontré (es un tono azul metálico increíble), además de comprarme dos labiales de la gama Rouge, que además de ser duraderos, tienen una consistencia bastante agradable.
Dior es reconocida mundialmente, por presentarnos diseños atemporales, sofisticados, que pueden hacer que cualquier mujer, se vea como una reina. Es curioso, ya que Christian Dior (el fundador de la casa) llegó al mundo de la moda, por los dibujos del periódico Le Figaro (por ahí de 1932), que lo inspiraban para crear sus propios diseños, que años más tarde, se convertirían en uno de los musts y un sinónimo de status, no sólo en la moda, también en la sociedad.
Así fue como en febrero de 1947, Dior apoyado por un magnate textil, abre su primer tienda y lanza su primera colección, modestamente llamada “New Look”, donde se destacaban siluetas ceñidas en la cintura, faldas largas y sombreros. Desde ese entonces, la casa no ha hecho más que crecer; ya que años más tarde llegarían la línea de perfumes y maquillaje.
Una de las cosas curiosas es que uno de los discípulos de Dior, fue Yves Saint Laurent, quién estuvo al frente de Dior, muchos años después de la muerte de éste. Pasaría mucho tiempo para que YSL dejara Dior y empezara a hacerse de un nombre propio.
